French knots
Con la llegada de Instagram, el hecho de compartir el día a día de mi proceso de creación y el resultado de las obras, ha pasado a un segundo plano en el blog. La inmediatez y el aspecto más social de las redes me invita a compartir por allí con más soltura. Al principio me parecía hasta una pequeña traición al blog, qué pensamientos extraños tenemos a veces ¿verdad? Pero ahora ya no le doy vueltas. El mundo de internet evoluciona a una velocidad tremenda y quizás eso sea una de sus cualidades. Fluye a la misma velocidad que la vida y soy yo la que se resiste a los cambios, aunque cada vez un poco menos…
Bueno, todo este rollo es lo que me viene a la cabeza hoy que lo que en realidad quiero es enseñarte este cojín que terminé antes del verano y del que no había terminado de editar las fotos. Todo en él ha sido lento, puntada a puntada, nudo a nudo, pensando en la persona a la que iba destinado y a la que por aquel entonces prácticamente no conocía. Te sonará extraño, pero esos movimientos repetidos, y el sonido del hilo al atravesar la tela, deja en mí unos recuerdos sensoriales de los que no me despego. Como la huella que me dejó su nueva dueña.
Y sí, es el cojín que estaba bordando en el vídeo que te enseñé y que he colgado en mi página de presentación.
Cuéntame, ¿qué cosas dejan en ti esos recuerdos indelebles?
9 Nov, 2016 @ 11:03
He visto ese cojín en directo y puedo certificar que es una maravilla, las fotos no le hacen del todo justicia porque hay que mirarlo muy de cerca y tocarlo.
A mí últimamente me dejan recuerdos imborrables las personas, y cosas que me dicen que me abren puertas. Pero mis recuerdos más intensos, de siempre, están asociados a olores.
Un abrazo
16 Nov, 2016 @ 10:45
Qué alegría me da lo que me dices del cojín, Nieves. Bueno, siempre me da mucha alegría que estés por aquí :)
Y coincido contigo en los recuerdos que dejan las personas, aunque yo soy muy mala recordando palabras, pero sí me dejan marca las sensaciones que me han transmitido. Y los olores, desde luego!
Un abrazo.